Ildefonso Arenas narra con un punto de ironía y tras una asombrosa investigación histórica, los prolegómenos y la batalla de Waterloo, mediante las peripecias de Miguel-Ricardo de Álava y Esquivel, cuyo historial resulta extraordinario.
Sin embargo, es sobre todo conocido por haber sido la única persona, en cualquiera de los bandos, que participó, en puestos de mando, en las dos batallas más importantes de las Guerras Napoleónicas, Trafalgar y Waterloo.