El alcohol (etanol en bebida) se distribuye en todo el organismo, afecta casi a todos los sistemas y modifica prácticamente todo proceso neuroquímico que tiene lugar en el cerebro.
Esta droga posiblemente exacerba la mayor parte de los trastornos médicos, afecta casi a cualquier fármaco metabolizado en el hígado y temporalmente simula varios trastornos médicos (p. ej., diabetes) y psiquiátricos (p. ej., depresión). Puesto que cerca de 80% de las personas radicadas en países occidentales ha consumido alcohol y dos terceras partes han bebido en el año previo, el riesgo de problemas graves e iterativos por su ingestión en el curso de la vida es de casi 20% en varones y 10% en las mujeres, cualesquiera que sean sus niveles educativo o de ingresos.
Si bien las dosis bajas de alcohol tienen algunas ventajas saludables, la ingesta de más de tres bebidas normales por día con regularidad aumenta el riesgo de neoplasias malignas y vasculopatías y los trastornos por consumo de alcohol disminuyen casi 10 años la duración de la vida.
Lamentablemente la mayoría de los clínicos sólo tiene una información limitada en relación con estos trastornos. En el presente capítulo se presenta un panorama breve de información clínicamente útil en torno al consumo, abuso y dependencia al alcohol.
