La fantasía desbordante de las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas hacen de él un libro muy personal.
Lewis Carroll, en un desesperado intento de crear una nueva forma de género feérico, según sus propias palabras, se alejó del modelo victoriano y construyó un relato donde la fantasía es llevada al límite y actúa de manera liberadora: al contrario de lo que ocurría en los cuentos de hadas tradicionales, la imaginación desenfrenada es un sutil vehículo para parodiar diversos aspectos de la realidad social y no está al servicio de un propósito moralizador.