La literatura francesa siempre se ha caracterizado por ser franca temáticamente; así como por protagonizar muchas de las más diversas expresiones intelectuales del hombre. Basta con soltar la lengua para revivir sucesos y nombres que han influido en la cultura occidental: la Ilustración, la revolución de 1789, el Marqués de Sade, Rousseau y su Contrato social, El discurso del método de Descartes, Baudelaire y los simbolistas, la patafísica de Alfred Jarry, André Bretón, Jean Genet, Sartre y el existencialismo, el mayo de 1968 y limagination au pouvoir, etc.
Una tradición que ha desembocado en el descaro inventivo de autores como Frédéric Beigbedier con 13, 99 euros. En la línea de este último, Nathalie Kuperman escribe cuando probablemente el mundo pide una tregua a las discordias entre los hombres su Breve elogio del odio. En él se exalta uno de los sentimientos más intrincados que nos son comunes, ejemplificándose a través de ocho cuentos en los que no hay distingos generacionales; como si la autora quisiera dejar muy claro que nadie se salva de él.
Así pues, Kuperman evidencia la facilidad con la que el odio despierta en nosotros a causa de sucesos aparentemente sin gran importancia como el temor a los ratones en el cuento Ratoncito, ratoncito, la envidia profesional en Gran empresa, la aversión a los vagabundos en Laurance & Laurance o el deseo de victoria de unos niños en Dragón negro de dientes poderosos y fauces fuertes. Las historias, adustas al inicio, poseen puntos de flexión en la trama que les hacen dar vuelcos inesperados, un increscendo que algunas ocasiones termina en muerte.
El libro, como otros de la misma autora, invita a la reflexión acerca de las dificultades que entraña la relación con el otro, sin ocultarlas. Con Breve elogio del odio Kuperman busca entrar en el gusto del público de habla hispana, pues en Francia el reconocimiento le llegó hace tiempo cuando le otorgaron el Premio Médicis. Es también autora de comics, novelas juveniles y guiones de ficción para radio.
«Reseña escrita por Gamaliel V. González, El Péndulo Perisur»
En el espacio de estos relatos conviven pequeños conflictos en torno a esa emoción de la que tan poco se habla pero que está tan presente en la literatura de todos los tiempos: el odio. Un mendigo que aparece en la fachada de una elegante cafetería, un ratón diminuto que separa a una pareja, unos peluches destructivos, un papel pintado que asusta, una falda que conduce a la decadencia, un jefe que pierde el control, una frase vulgar que hace posible soportar la vida. Todo tratado con un tono muy sutil, muy de detalle y cargado de ironía. En Breve elogio del odio Nathalie Kuperman pone la lupa en esos fragmentos de la vida cotidiana donde, en medio de las relaciones pacíficas entre personas muy próximas ?amigas, colegas de trabajo, amantes, hermanos?, de pronto se enciende la chispa del odio. La autora muestra el poder destructivo de esa descarga que cambia el sentido de las historias en cuanto se manifiesta. Son cuentos en los que nos asombra la concisión, el humor y a la vez su carácter íntimo. La escritora habla al oído del lector con una voz cálida que es, a la vez, estremecedora.
