Viajar por una ciudad es trayecto que se dispersa en sus ambientes, los personajes que los animan, las historias que los vinculan y los separan, el curso de un tiempo que juega lo mismo al aparente tajo implacable que a la piedad socarrona frente a resistencias insólitas, en realidad abdicaciones ante la persistencia de la historia. Así elabora Jorge López Páez estas vistas de la ciudad por antonomasia de la mexicanidad. Y con sus palabras, las preciosas postales iluminadas a mano, reliquias de la nostalgia en busca de sustento, se despliegan en un abanico complejo abigarrado, que es del propio Edén subvertido.
