En su esfuerzo por conocer el derecho, el estudioso se encuentra sujeto a dos imperativos básicos: por una parte, alcanzar la actitud necesaria para despojarse de la ideología y prejuicios que lo han acompañado durante su existencia; por otra, lograr la capacidad crítica suficiente para distinguir el pensamiento científico del mitológico y del emocional.
La satisfacción de esos requerimientos daría lugar a nuevas ideas que, pudiendo estar destinadas a ser sustituidas por otras más consistentes, de todas formas cumplirían su cometido de contribuir al esclarecimiento del fenómeno jurídico.