Vivimos en una sociedad que se mueve de forma constante. Algunas cosas en nuestro entorno inmediato quizá parecen estables, al menos durante algún tiempo; pero en cuanto ponemos atención a un noticiero nacional o internacional nos encontramos en medio de una tormenta de informaciones. La sensación de estabilidad se desvanece de forma rápida. McLuhan, un autor al que invocaremos más adelante, acuñó el término aldea global para la sociedad tecnológicamente comunicada. Así, podemos decir que la globalización nos pone a todos en una misma nave planetaria.
La globalización está llena de complejas interacciones y problemáticas. Pongamos como ejemplo el caso de las innovaciones tecnológicas. Hoy en día cualquier persona que tenga acceso a internet logra comunicarse en el momento que lo desee con quien esté conectado a esta red donde sea. Parecería que se han borrado las distancias. Y eso sin adentramos en lo que representa la red global en cuanto al acceso a la información. Pueblos que durante siglos estuvieron limitados por barreras geográficas tienen acceso a información y productos de todas partes, pero en especial de las economías dominantes. En el campo médico ha habido adelantos que han llevado la esperanza de vida de 50 a 70 años a nivel mundial en un siglo. Junto con el aumento en la capacidad de producción de alimentos y otros bienes, debido a la industrialización, estos factores incrementaron la población mundial a más de 7300 millones de personas en 2015, es decir, el doble de la que había 50 años antes. Y eso implica una enorme demanda de recursos naturales para satisfacer las necesidades de tal cantidad de seres humanos.
