La utilidad espiritual de dibujar mandalas como vehículo de relajación y concentración es una realidad. Desde el mismo momento en el que canalizamos toda nuestra energía mental en una sola cosa, con el único objetivo -aparentemente sencillo- de colorear un círculo más o menos complejo, estamos propiciando la desconexión mental del día a día en beneficio de la introspección.
Ese encuentro interior con lo más profundo de nuestro ser nos otorga paz instantánea y hace aflorar lo mejor que tenemos, liberando nuestro yo creativo y luchando contra uno de los grandes males de este siglo: EL ESTRÉS.