Para los papas de Violeta fue fácil decidir qué nombre ponerle, pues cuando nació era de ese color. Ahora le toca a ella encontrar el nombre perfecto para su hermano, solo que las cosas han cambiado desde hace tiempo: sus papas ya no viven juntos, y Mario, el novio de su mamá, será el papá de su hermano.
Muchas preguntas asaltan a la niña, pero pronto comprende que, aunque todo sea diferente, nunca perderá el amor de su familia. Un atinado y sutil acercamiento al divorcio, y a la posibilidad de tener una familia nada convencional.