Un hombre huye de una mujer por el río que da vida a su tierra, pero que lo encierra en un cerco que algunos asumen como destino. El antiguo militar apuesta lo que le queda de vida a una empresa descomunal, cifrada en la felicidad con que un chiquillo entona los toques marciales en el clarín de la banda escolar. Y el comerciante escrupuloso y por herencia que ha hecho de su vida espejo de virtudes cotidianas a la medida de su existencia familiar, llevado por el encanto de la música y el baile encuentra la pasión carnal que jamás ha sospechado siquiera y que el ubicuo río se llevará inexorable, tal y como la trajo hasta sus brazos. Con una economía pendiente siempre del placer del lector, Bruno Estañol ha perpetrado otra vez el lujo de unos personajes redondos, en intensas tajadas de vida que, a pesar de la familiaridad geográfica, abren un mundo extraño regido por el tiempo y la fuerza del río y la selva.
