El interés en la enfermedad cerebrovascular pediátrica aumentó en los últimos años y se ha visto influenciado por varias situaciones. Entre ellas, la mejor identificación de los casos gracias a los avances y a la disponibilidad de los estudios de neuroimágenes; y el reconocimiento de numerosas entidades que pueden ser factores de riesgo para accidentes cerebrovasculares en niños y adolescentes, algunas muy diferentes de las del adulto. A pesar de que su prevalencia en la edad pediátrica sea similar o mayor que la de los tumores cerebrales, no ha tenido el mismo impacto en la bibliografía.