Este libro de crónicas y reportajes, que se pasea desde los pasamanos del Vaticano y los arrabales sin elefantes de Nueva Delhi hasta un sótano de sombras donde Miguel Soriano Lara le preguntaba a su muerte qué diablos había hecho mal en su vida, es prueba contundente de que Pablo no le tiene miedo a la verdad y menos a decirla, aun a riesgo de estar equivocado. El pulso no tiembla cuando debe emprender la tarea de narrar lo que ven sus ojos; la pupila tampoco flaquea ante el desolado panorama de una batalla o el reverberante tiempo muerto de la cotidianidad.