"Es la autoridad, no la verdad, la que hace la ley": esta conocida y decisiva máxima de Thomas Hobbes signa el pasaje a la modernidad política. ¿Pero de qué naturaleza es la autoridad propia del mundo moderno? Después de la crisis del universalismo tardo-medievalno puede ser entendida como una fuente de legitimidad sustancial garantizada por la tradición o la trascendencia, sino que se vuelve "poder legítimo", es decir, suma potestad soberana que se expone a la prueba concreta de la eficacia construyendo un orden artificial Este es el paradigma donde todavía se ubica nuestro léxico político jurídico.