Este libro aboga por la apertura de la semiótica hacia la estética . Sentido, sensación, sensitividad, sensibilidad, sentimiento -una ramificación que nos abre la estética en su carácter de doctrina del "conocimiento sensible"-. Esta era la definición que Alexander Baumgarten daba en 1750 a la estética, término que inventaba a partir de la aisthesis aristotélica, y disciplina que rápidamente culminaría en la estética monumental de Kant y en los románticos.
Conviene entonces enriquecer la semiótica modificando su senda canónica: la semiosis no es una proyección intelectual sino un universo de pasiones; el interpretante no es únicamente cognitivo sino, de entrada, emocional y "sentimental"; las ontologías connotan necesariamente la euforia y la disforia, los placeres y los dolores de los sujetos que se comprometen en las cosas del mundo y en los acontecimientos de la historia.