¡Decretarás algo y se te manifestará!
En todo momento cada hombre o mujer crean su propio futuro. La vida, que es un regalo de Dios, actúa continuamente para satisfacer los deseos, expresados o no, del hombre. Los pensamientos y sentimientos humanos son en sí mismos decretos y producen con certeza y justicia, de acuerdo con su naturaleza, alegría o pesar. Aun viviendo en un mar de sabiduría, la mayoría de los hombres crean a partir de la ignorancia. Su vida, por consiguiente, es una mezcla de bien y de mal, una caótica expresión de la llamada rueda de la fortuna.
Ofrezco estos decretos al mundo con el brillo solar del amor y de la luz divinos. Su uso constante y fiel sembrará la siempre fértil tierra de la conciencia humana con semillas de gracia y brotes de misericordia. Al igual que el bálsamo de Galaad, estos decretos ungirán las fatigadas almas de los hijos de la Tierra y enlazarán los corazones humanos a las huestes ascendidas, haciendo de lo humano y de lo divino una familia que pueda establecer, y establecerá para siempre, la paz y la victoria en la Luz de Dios que nunca falla.