La espontaneidad y la inteligencia, la exterioridad y la interioridad, los extremos que se reconocen y se comparan, valorando cada uno lo que cree mejor de sí. Estos extremos están representados aquí en una hermosa rosa y un hosco caracol; la una perteneciente a una estirpe entregada a dar belleza al mundo en un ciclo interminable y el otro de una especie para que el mundo no vale nada y lo único que hace por él es escupirlo. Hans Christian Andersen utiliza estos personajes alegóricos para que reflexionemos sobre nosotros mismos.