Para Gibran, la vida y la experiencia humanas deberían bastarse a sí mismas. Sus fábulas, ligeramente parecidas a las de Kafka, tratan del encuentro, a menudo cómico, de nuestros impulsos espontáneos con la autoridad y la convención. En sus poemas largos, nos invita a imaginar una forma de vida más auténtica e independiente, que no es terrenal ni espiritual, sino una unidad que cuestiona toda clase de ideas preconcebidas.