Ernest Morrison lleva una vida tranquila, apacible y desahogada gracias a la herencia y la casa que hereda de su esposa, Mary Adams, desaparecida diez años atrás. Morrison es el vecino modelo: caballeroso, amable, noble en general.
Un accidente menor lo envuelve en una situación complejísima (un asesinato, nada menos) que se resuelve hasta las últimas páginas de la obra.