Es un hecho que, para algunos existen unos pasos que comunican con otras dimensiones. Unos puntos mágicos de acceso que permiten pasar, como a través de un esoterismo telúrico, a un centro cuajado de vibraciones magnéticas y estelares en el cual se hallaría el núcleo de la vida. Existen, en efecto, una geografía y una geometría sacras, lo mismo que una arquitectura sagrada, como fue la de los templarios, ante las cuales el ser sensible experimenta una rápida conexión con un universo apenas insinuado, con un plano de la existencia apenas entrevisto, pero al cual es posible acceder mediante la bilocación o la trilocación al cruzar el umbral de esa Puerta sutil que se abre entre el espacio y la muerte.