Al pobre vampiro Ladislao, o le tienen miedo o se ríen de él porque sus colmillos no están afilados y sólo hacen cosquillas. Y todo porque no consigue que alguien le afile las herramientas que usa para alimentarse... nadie se compadece de él. Un cuento divertido y enternecedor, envuelto en una atmósfera triste y oscura gracias a las excelentes ilustraciones de Fernando Falcone, que da vida a un vampiro inolvidable y conmovedor. La vida de un vampiro puede ser difícil, porque es un ser incomprendido.