Annie Kagan se despertó súbitamente un amanecer con un mensaje intenso en la mente: Annie, Annie, soy yo
. Se trataba de su hermano Billy Fingers, fallecido tres semanas antes.
En días sucesivos la autora continuó recibiendo comunicaciones de Billy, lo que la embarcó en su viaje sin precedentes a través de una asombrosa y esclarecedora experiencia de vida más allá de la muerte.
Las profundas y detalladas descripciones que realiza Billy sobre los planos y reinos místicos que va recorriendo en sus diferentes cuerpos sutiles, los Seres de Luz que le esperan y acompañan, y los vislumbres de comprensión y sabiduría que recibe en cada etapa transportan al lector mucho más allá de los clásicos relatos de experiencias cercanas a la muerte.