¿Hay arte moralmente condenable? ¿O es el arte inmune al juicio moral? Las respuestas más socorridas que se ofrecen en la esfera pública a estas cuestiones parecen acorralarnos para que elijamos entre las opciones de un solemne dilema. O bien se reclama la suspensión total del juicio moral acerca de la obra de arte o bien se mimetiza el veredicto propio del derecho penal: culpable o inocente.