En el México prehispánico, los tlacuilos se encargaban de pintar y dibujar los códices y murales de los templos. En esta bellísima y poética historia, un pequeño niño mixteca nos cuenta cómo es la vida cotidiana de su papá, el tlacuilo de la comunidad. Acompañado de sus espíritus guía y otros hermosos animales, los lectores comprenderán la belleza y la importancia de tan hermosa profesión en al antigua Tenochtitlan.