Al cronista de esta esplendorosa e hilarante colección de recuerdos, «desde siempre las anécdotas le han parecido más concluyentes y esclarecedoras que los análisis excesivamente detallados». Friedrich Torberg tenía diez años cuando Viena dejó de ser una ciudad imperial y veinticinco cuando Hitler subió al poder: «siempre estuvo mi vida ?dice? bajo el signo de un ocaso». El imperio austrohúngaro y la burguesía judía, condenados a desaparecer, fueron su territorio espiritual, el escenario de una juventud poblada de tipos excéntricos y originales, «mezcla de ingenio y vivacidad». A esa época ?y también a la más trágica del exilio? volvió los ojos en 1975 al escribir La tía Jolesch, o la decadencia de Occidente en anécdotas, que fue un gran éxito en Austria. Por sus páginas, entre Viena y Praga, luego entre Zúrich y Hollywood, desfilan familias ilustres y figuras consagradas como Franz Werfel, Alfred Polgar, Hugo von Hofmannsthal o Karl Kraus, pero tambien viejos cascarrabias, expertos en cerveza o en tartas y bohemios sin remisión.
Entre sus cafés, restaurantes, periódicos, mesas de juego y lugares de veraneo, conoceremos a la tía Jolesch y sus severos «aforismos de sabiduría popular»; a Krasa el Rojo, el hombre más potente de Praga; o al tío Hahn, que en 1923, en el estreno de Los diez mandamientos, se levantó en plena secuencia del paso del mar Rojo y en medio de la sala exclamó: «Pero ¡no fue así como sucedió!».