Mi primera obra Tres sombreros de copa la había escrito con facilidad, con alegría, con sentimiento. Me había encontrado a mí mismo, lo contrario que me había ocurrido con el dibujo y la literatura de humor, géneros en los que en mis principios había sufrido mil influencias. En esta obra, no. Aquel estilo era el mío propio y yo sabía muy bien que no estaba influido por nadie; que escribía lo que sentía; y que las palabras necesarias para expresar aquello que sentía, fluían de mi pluma sin ningún esfuerzo, espontáneas, con emoción, con garbo, con vida propia, con ritmo y hasta con una cadencia especial que sonaba a verso.
Sobre Maribel y la extraña familia:
Creo firmemente que Maribel ha sido mi obra más conseguida. Yo, al menos, estoy muy contento de haber escrito esta comedia.