«A los dieciocho años era tan filósofo como lo seré siempre. Un anarquista de corazón, un espíritu no gregario, un independiente y un filibustero. Amistades sólidas, odios sólidos, desprecio de todo lo tibio, de toda componenda.»
Con estas palabras se define Miller a sí mismo, y es con este espíritu como se dispone a emprender un largo viaje por Estados Unidos y escribir un libro, después de haber vivido diez años en París. Su país es magnífico pero terrible a la vez porque en ninguna parte como ahí el divorcio entre el hombre y la naturaleza resulta tan flagrante.