Por una formidable paradoja, el hiperespacio se ha convertido no sólo en una nueva e inabarcable galaxia del conocimiento, en la línea propuesta por Marshall McLuhan, sino también en una trituradora despiadada, una máquina fagocitadora que hace desaparecer con suma facilidad, y sin piedad alguna, los artículos o capítulos que el investigador ha colocado, de manera muy concienzuda y a lo largo de los años, en las revistas y volúmenes colectivos para el lector especializado. Recopilar los textos que han sido dados a la imprenta a lo largo de los años nos convierte de nuevo en una versión moderna del horno collector, el hombre que colecciona y se rodea de sus objetos más queridos como una forma inequívoca de reforzar su identidad, el hombre que marca su singularidad, su manera de entender y organizar el mundo.