El cuerpo de la obra, -estructurada en 3 partes y 35 capítulos, incluyendo una Introducción y un Epílogo-, sigue la eficaz técnica del relato. Un relato que José Luis Navajo abre con estas emotivas palabras: «Conozco el color de la sonrisa del pastor y distingo también el sabor de sus lágrimas. Amo escribir para ellos porque los amo a ellos: Siervos generosos de sí mismos, abnegados e infatigables, obedientes a una llamada que a menudo los excede. Las páginas que siguen no pretenden más -ni tampoco menos- que poner en negro sobre blanco las conclusiones que extraje de las charlas con quienes ocupan la primera línea de fuego. Hemos hablado de sus sueños e ilusiones, también de sus desvelos y heridas. El néctar extraído de esos diálogos fue la tinta usada para convertir mil conversaciones en una sola historia: la que estás a punto de leer